Imagine que un virus animal muta y empieza a propagarse de forma acelerada y virulenta entre los ciudadanos europeos. O que cualquier otro agente infeccioso inicia una fulminante expansión con una elevada carga de mortalidad provocando el pánico entre la población. ¿Qué ocurriría? Que cada país, o incluso cada grupo de investigación, intentaría dar una respuesta médica a la pandemia de forma individualizada y descoordinada. Salvando las distancias, algo parecido es lo que ocurrió con la crisis de la gripe A en el 2009, cuando varios equipos estaban experimentando al mismo tiempo con el mismo tratamiento o cuando las pruebas diagnósticas no pudieron ser reproducibles en todos los laboratorios, lo que menguó la respuesta a la crisis y desaprovechó esfuerzos y recursos.

Evitar que suceda lo mismo es el objetivo del proyecto Prepare (Plataforma Europea para la Preparación Frente a Epidemias Re-emergentes), que involucrará a más de 600 hospitales y a otros tantos centros de Atención Primaria de los 27 países de la UE para responder de forma inmediata y coordinada ante cualquier brote epidémico, proporcionando pruebas en tiempo real para el manejo clínico de los pacientes.




«Es uno de los proyectos insignia del programa marco de la UE de este año y que ha recibido la máxima dotación presupuestaria», explica Federico Martinón-Torres, responsable del grupo de Xenética, Vacinas, Infeccións e Pediatría (Genvip) del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, que coordinará, junto a Mike Sharland de la St. Georges University de Londres, la respuesta europea en la población infantil ante las epidemias provocadas por enfermedades infecciosas. El programa, en su conjunto, ha sido financiado con 24 millones de euros por parte de la Unión Europea.

Fuente: La Voz de Galicia