En solo diez años, destinó más de 25 millones de euros a subvencionar a fondo perdido la apertura de nuevos establecimientos. Hoy ya no practica esa política de gasto. Pero el freno lo echó tarde: desde 1999, la oferta ha aumentado un 40,5 %, y la demanda, mucho menos de la mitad, apenas un 16,5. El sector, que asume su «claramente excesiva» capacidad, acaba de emprender una ofensiva para intentar salvar los muebles por la vía de ordenar la labor promocional de las instituciones. El Clúster de Turismo de Galicia, según su jefe, Francisco González, pretende poner de acuerdo a los presidentes de las cuatro diputaciones y a los alcaldes de ciudades «para que aúnen esfuerzos y eviten duplicidades».
Entre el 2000 y el 2009, la Administración autonómica lanzó una decena de líneas de ayudas para la construcción de establecimientos hoteleros en las cuatro provincias.

En algunos ejercicios menos de 0,9 millones y en otros hasta 6,5, a lo largo de ese tiempo repartió entre empresas privadas, solo para el citado fin, 25.472.583 euros, sin contar los desembolsados para apoyar la inauguración de casas rurales, balnearios y similares.
Y así fue cómo, al calor del dinero público, las plazas de alojamiento regladas aumentaron a un ritmo 2,4 veces superior al que lo hizo la llegada de visitantes. Frente a las 43.921 que había en 1999, en el 2004 ya sumaban 56.416 y en el 2008, 60.646. En la actualidad, tras un leve retroceso en el 2013 producto de la crisis, ascienden a 61.718. En cambio, en igual intervalo temporal, el volumen de viajeros, proporcionalmente, no ha subido ni la mitad, desde los 2.897.225 millones del 99 hasta los 3.374.792 del curso recientemente concluido.




¿La consecuencia directa de ese descompás? El desplome del nivel de ocupación de los negocios, que ha pasado de superar los 40 puntos porcentuales a finales de los noventa a ni siquiera alcanzar los 30. A resultas de ello, su rentabilidad se halla por los suelos, con unos ingresos medios diarios por cuarto disponible de apenas 17,2 euros, suma un 58,2 % inferior a la registrada en el resto de España, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Consciente de la situación y a instancias del propio sector, la Xunta dejó en el 2010 de inyectar fondos del erario en operaciones de apertura. Las subvenciones al gremio las mantiene, pero exclusivamente para financiar mejoras y tareas de modernización dentro de los establecimientos ya existentes, no para montar más. Sin embargo, la rectificación llegó con retraso y hoy los empresarios tratan de paliar las pérdidas recurriendo a los llamados cierres de temporada. Por ejemplo, solo en Santiago, 11 hoteles se encuentran en este momento fuera de servicio.

«Es cierto que hay una sobreoferta en Galicia, que la oferta es claramente excesiva, que está bien para un Xacobeo tal vez, pero luego es insostenible», reconoce el presidente de la patronal mayoritaria (Cehosga), Héctor Cañete. «No puede ser -censura- que la Xunta, las diputaciones y los concellos no trabajen en colaboración entre ellos ni con nosotros, como está pasando. Es algo gravísimo».

Fuente: La Voz de Galicia