El vino del siglo XXI ha dejado atrás la monotonía del blanco y negro. La disyuntiva entre tintos de cabernet sauvignon y blancos de chardonnay, dos de las variedades más extendidas del mundo, parece pertenecer felizmente a la historia. Más aún: la emoción ya no es patrimonio exclusivo de Borgoña. Hay otras uvas, entre ellas la mencía, que piden una oportunidad. Lo dice Eric Asimov, crítico del New York Times, en una colaboración en el blog gastronómico Food52. La pinot noir, resume el autor, «se merece un descanso» en un mundo del vino que ha pasado a ser «a todo color».

El título del artículo (en inglés) podría traducirse como Cinco variedades menos conocidas que usted debería agregar a su bodega. La mencía es una de ellas. Y también el trousseau del Jura francés, que en Galicia se cultiva tradicionalmente con los nombres de merenzao, en la Ribeira Sacra, y bastardo, en Monterrei. Los otros vinos por los que apuesta Asimov son los elaborados son las blancas assyrtiko -originaria de la isla de Santorino- y furmint -la gran uva de Hungría-, y la tinta siciliana nerello mascalese.




Más que de hallazgos, serían redescubrimientos. Uvas desconocidas hasta hace poco para el gran público, pero con una larga historia a sus espaldas. Algo que, según Asimov, también ayuda a que sus vinos -hasta ahora consumidos en su entorno más inmediato- puedan convertirse «en grandes valores» a nivel internacional.

El crítico estadounidense alude a los «maravillosos» tintos elaborados en Bierzo y en la Ribeira Sacra con la variedad mencía. Más «corpulenta» en tierras leonesas, y «ligera y mineral» en los bancales de la Ribeira Sacra. Asimov recomienda en su colaboración los vinos de Descendientes de J. Palacios, Raúl Pérez, Dominio do Bibei, Adega Guímaro y Don Ventura.

Fuente: La Voz de Galicia